31.7.10

LA MUERTE PUEDE MORIR

"That is not dead which can eternal lie,
And with strange aeons even death may die."
"Que no está muerto lo que puede yacer eternamente,
y con los evos extraños incluso la muerte puede morir."

Si un autor logró desatar desde nuestras entrañas el horror más primitivo, ese fue Lovecraft.
Howard Phillips Lovecraft nació a las 9 a.m. del 20 de Agosto de 1890 en Providence, Rhode Island, EEUU.
Su vida estuvo marcada por la veneración al pasado, y una "concepción aristocrática de la existencia", y el odio hacia el progreso y su masificación. Se declaró materialista, mecanicista y agnóstico.
Si bien muchos lo consideraron ateo, el término exacto o etiqueta para su filosofía fue el agnosticismo, corriente preponderante en su época de juventud. ("Si me defino agnóstico y no ateo, es precisamente por que pongo en duda todo aquello en lo que pienso. De lo contrario, me estaría arrogando un saber que le estaría negado al creyente y al ateo", definición de Raúl Gutiérrez)
Otro particular mote que se le asignó fue el de una supuesta misoginia, algo que algunos psicólogos estudiosos de HPL definen más como "rasgos propios de su condición de hijo único".
También están los que suponen que su aversión (no del todo comprobada) hacia el género femenino nació en su más tierna infancia, lo mismo que su conocimiento de la locura y lo que ésta engendra. Todo esto nos hace notar que no fue desde el vamos un niño común y corriente.
Howard quedó a cargo de su madre a partir de los tres años. ¿Por qué? Bueno, su padre (Windfield Scott Lovecraft), sufrió un colapso nervioso en una habitación de hotel en Chicago (era viajante joyero), ingresó al Hospital Butler, hasta su muerte el 19 de Julio de 1898. Aparentemente, murió de paresia, una variante de la sífilis.
Y si...de algún lado salía tanta idea relacionada con locos. Susie -la señora madre, Sarah Susan Phillips Lovecraft- y Howie fueron a vivir a casa de los abuelos maternos, gente de dinero, muy bien acomodados, con raigambre en los mísmisimos viajeros del "Mayflower". Y como era lógico, con una bella y repleta biblioteca.
Además de ese antecedente, doña Susie soñaba con tener una hija, una niñita a quien cambiar, poner rulos y vestiditos con puntillas.
Pero bueno, llegó Howard. Esto, lejos de intimidar a la señora, fue un simple accidente que se salvaguardó como es lógico y altamente pernicioso: Howard vestía de nena. Así es, hasta los seis años el pequeño llevaba vestidos propios de una mujercita y unos bellos bucles que mami peinaba con dedicación.
Por supuesto, al nene no le gustaba para nada este trato y a los seis consiguió que su mamá se diera por vencida. Sus cabellos rubios y ondeados fueron cortados y su ropa empezó a tener un sentido masculino, de nene, pero varón.
Pero claro, para mamá ya no era lo mismo. Así que su relación con él comenzó a tornarse distante y esquiva. Imaginen el daño que esto puede causar en un infante: de los cuidados extremos (se cuenta que en un rapto de sobreproteccionismo digno de un extenso estudio psicológico, Susie mandó aplanar los rulos de una mecedora en la que el pequeño solía subirse, para no correr riesgos de accidentes) a una fría y cortante.
Para colmo de males, en 1896, el año en que se cortaron los bucles, cuando Howard cumplió 6 añitos, también sufrió una pérdida importante. Su abuelita materna falleció.
Sumemos: pérdida por muerte más pérdida de cercanía materna más pérdida de bucles. Todo esto dió por resultado una serie de pesadillas y sueños en los que se aparecían (según las palabras del autor) "alimañas descarnadas".
Para colmo de males el distanciamiento logra que Susie descubriera que su hijo no era nada bonito. Aquí nacería uno de los complejos más conocidos de Lovecraft, su fealdad. Porque Susie no comentaba estas cosas en casa, no, no. Además era comentario asiduo en reuniones con amigos y vecinos.
Otro dato poco conocido de la niñez de HPL fue una "brillante idea" que se le ocurrió a su madre. A los siete años, Sarah Susie quiso anotarlo en clases de baile. Pero el pequeño, que se había independizado de los rulos hacía un año, le contestó en perfecto latín "Nemo fere saltat sobrius nisi forte insanit", frase atribuída a Cicerón ("Casi nadie baila sobrio a no ser que esté loco"). El saber latín a tan temprana edad le sirvió para que su madre desistiera de tal despropósito.
¿Qué puede hacer un niño precoz que se siente feo, dejado de lado y casi despreciado? Bueno, dijimos que en la casa había una biblioteca. Obvio, lo que el pequeño hará será leer. Leer y como lógica conclusión, escribir.
Algo que aún no comenté es que la precocidad estaba referida a su capacidad de aprendizaje. Leía a los tres años los cuentos de los hermanos Grimm; escribía a los cuatro; a los cinco se deleitaba con los relatos de Las Mil y una noches y a los seis los mitos greco-rromanos. Y su lectura preferida se relacionaba con la astronomía, libros que su abuela coleccionaba y conocía con tesón. No pudo nunca ingresar a la Universidad para realizar estudios superiores como Astrónomo por su dificultad en el aprendizaje de la matemática, algo que toda su vida le causaría gran vergüenza.
A los nueve de edad se le descubre una extraña enfermedad nerviosa que obliga a Lovecraft a una reclusión aún mayor: debe dejar el colegio. Esto no le incomodó demasiado, porque también es sabido que no era muy amistoso, más bien todo lo contrario. Sus escasos compañeros de travesuras no lo comprendían. Howard solía inventar juegos relacionados con hechos históricos o con algún tipo de trasfondo muy poco común entre los párvulos. Levantaba altares a Apolo y Minerva y jugaba a ser un árabe llamado Abdul Alhazred, quien años más tarde sería el personaje que logró introducir en muchas mentes como el hacedor de nada más y nada menos El Necronomicón. La etimología de Alhazred, como dato curioso se supone significa  "all has read" (en inglés, "el que todo ha leído").
Cuenta la historia (según una de las antologías de Lovecraft, editada por Teo Gómez), que a la edad de trece años, Lovecraft tuvo un accidente con su bicicleta. Esto le provocó la rotura de su nariz. A partir de ese entonces tuvo dificultades en su olfato.
Estas cuestiones más su complejo de estética lograron que la noche fuera su aliada. No le gustaba pasear durante el día, sino sólo en la hora más oscura, tranquila y solitaria. ¿Miedo? para nada, su abuelo además de prestarle sus libros le contaba historias de fantasmas y jugaba desde pequeñito a caminar en la oscuridad más cerrada con el pequeño Howie.
Para colmo de males, la bonhomía y opulencia económica estaban por cambiar de rumbo en su vida. Una serie de malas inversiones convergieron en una ruina absoluta. En 1904 fallece su más cercano ejemplo masculino, su abuelo y al poco tiempo Susie debe vender todo para pagar deudas. El resultado fue una mudanza que Lovecraft recordará como una de las peores cosas por las que pasó en su vida. Tan así fue que fantaseó con un suicidio, algo que no realizó porque le faltaba mucho que aprender, investigar y vivir. Según él mismo: "La curiosidad científica y un sentido del drama del mundo me lo impedían, había muchas cosas en el universo que me engañaban, pero sabía que podía hallar las respuestas en los libros si vivía y leía más. Por ejemplo, la geología, ¿Cómo cristalizaron y emergieron estos antiguos sedimentos y estratificaciones en montañas de granito?... En cuanto a historia, ¿Cuándo dejó la gente de hablar en latín y empezó a hablar en italiano, español y francés?... Así que, por último, decidí posponer mi final hasta el verano siguiente."
Claro, en su idioma vivir fue quedar en casa, encerrado durante toda su juventud, conversando sólo con su madre sin demasiado contacto con el mundo exterior. Si salía, como sucedió antes, sería por la noche. En sus propias palabras:
"Me dediqué en casa a la química, la literatura y demás; y escribí algunos de los relatos más horripilantes y tenebrosos jamás escritos por el hombre... Evité todo trato humano, juzgándome un fracaso demasiado grande en la vida para dejarme ver por aquellos que me conocieron de joven, y esperaban neciamente grandes cosas de mí".
Pero todo en la vida son etapas, dicen los que saben, así que a los 23 años aproximadamente, el mundo dejó de ser enemigo para convertirse en un lugar en el que indagar y aprender. Sin grandes alardes sus escritos empiezan a darle alguna moneda, así que su destino de escritor se perfila claramente.
Susie sufrió un colapso nervioso en 1919, ingresó al mismo hospital que años antes lo había hecho su esposo, el Butler Hospitel. Su muerte, acaecida el 24 de Mayo de 1921, se debió a una infección de vejiga. Howard se mudó a la casa de sus tías, Lillian D. Clark y Annie E. Phillips Gamwell. Para él, aquella devastadora muerte, fue una mezcla de gran pena y alivio, algo que algunos prologuistas y estudiosos remarcan en sus escritos.
Ese mismo año conoce a Sonia Haft Greene, inmigrante ucraniana siete años mayor que él, judía, que trabajaba en una tienda de moda en Nueva York, quien aparentaba menos edad. Esto sucedió en una convención de la National Amateur Press Association celebrada en Boston. También se dice que a raíz de la pérdida de su madre, Lovecraft buscó un reemplazo casi edípico, pero como tantas cosas que se dicen, esta es difícil de probar.
En 1924, a espaldas de las tías, contrajeron matrimonio y se mudaron a Brooklyn, al departamento de Sonia,  un cambio demasiado duro para Howard. Pero claro, las costumbres arraigadas no cambian rápido, así que Lovecraft siguió no sólo dependiente de sus tías, sino también sin capacidad de auto solventarse. Cuentan que para él sentirse mantenido por la esposa no era nada agradable y además Sonia tuvo paciencia limitada y la tienda entró en bancarrota, así que en 1926 la pareja dejó de convivir. Al poco tiempo se divorciaron como Dios y la ley lo demandan.
¿Adivinen que hizo Howie? Regresó a Providence, con las tías.
Si bien comienza aquí uno de sus momentos más oscuros como ser humano, su tiempo como escritor es óptimo, sus mejores trabajos, los más admirados, los más horripilantes y tenebrosos.
Varios estudiosos paralelizan sus compañias femeninas con sus etapas autorales.
Según Goimard la primera se situaría junto a Susie, su madre. En este momento conoce a quienes serían sus influencias básicas: Poe, Blackwood y Machen. Es cuando escribe relatos cortos, poemas y artículos.
Luego sigue su esposa, Sonia Greene. Allí conoce a Lord Dunsay y es el momento en el que escribe muchos relatos largos. Comenzó a afianzarse como escritor con identidad definida.
El regreso a Providence junto a sus tías, se considera como su etapa de consolidación, momento en el que escribe entre otras bellezas terroríficas “La llave de plata”, “La llamada de Cthulhu” o “En las montañas de la locura”.
Otra visión de la obra de HPL muestra cómo de escribir relatos fantásticos y macabros (The Rats in the Wall (Las ratas en la pared) o In the Vault (En la cripta)), pasa a impregnar en su obra cierto sabor nietzcheano, lo que podríamos llamar una mirada a la muerte de Dios. Esto se patentiza en, por ejemplo, The Colour Out of Space (El color que cayó del cielo), The Call of Cthulhu (La llamada de Cthulhu) o At the Mountains of Madness (En las montañas de la locura)
En palabras del estudioso lovecraftiano Carles Torlá: "El miedo ya no lo provoca el morboso encuentro con cadáveres o espíritus, sino la conciencia de nuestra situación en el mundo. "
Como suele ocurrir con los grandes escritores, sólo vió publicado un libro. Y es más, recién treinta años después de su muerte fue reconocido como uno de los mejores en lo suyo. Los libros y recopilaciones que hoy tenemos son obra de su amigo Derleth que reunió junto a otros artistas la obra más que considerable, dispersa en antologías y revistas. Hay muchas versiones detrás de los intereses de este amigo para con la obra de HPL, pero más allá de eso, su trabajo sirvió para que pudiéramos hoy acceder a esa maravillosa escritura.
Un dato personal: hace poco en una de las tantas librerías sobre Avda.Corrientes en Buenos Aires, entré a comprar un regalo para una sobrina. Pensaba en este autor, pero el librero comentó que lamentablemente no hay publicadas en nuestro idioma buenas recopilaciones, sino libros con cuatro o cinco relatos de la primera época. Terminé comprando algo de Poe.
A los cuarenta y seis años, apenas un mes después de identificarse la enfermedad (cáncer intestinal complicado), falleció el 15 de marzo de 1937, en la misma ciudad que lo vió nacer.
Fue enterrado en el panteón de su abuelo Phillips en el cementerio de Swan Point. Su lápida lleva una inscripción "Yo soy Providence"
Y vaya que lo fue. Y lo es.
Si alguien venció a la muerte como autor, ese fue Lovecraft.
Y bien merecido se lo tiene.

Alejandra Márquez
Especial HPL

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